12.1.11

LA RESTAURACIÓN OBJETIVA


“La Restauración objetiva” forma parte de una publicación de la Diputació de Barcelona editada en 1999. Este documento, realizado por el Área de Cooperación del SPAL ( Servei del Patrimoni Arquitectònic Local), bajo la dirección de Antoni González Moreno-Navarro, recoge la labor realizada por este organismo entre los años 1993 y 1998. La publicación consta de dos volúmenes:
·         Volumen I: LA RESTAURACIÓN OBJETIVA. Dónde se expone la metodología de trabajo que se ha utilizado para la restauración arquitectónica en el transcurso de estos años
·         Volumen II: OBRAS (1993-1998). Muestra de las obras realizadas.
Durante las dos centurias de historia de la restauración del patrimonio no se ha conseguido formular ninguna teoría universal que dé respuesta a la diversidad de casos que podemos encontrarnos. Parece que la redacción de cartas científicas o de normativas acaban quedándose como conceptos teóricos muy difíciles de aplicar desde mentalidades diversas (diferencia de región, de cultura, puntos de vista personales, etc.). 
Por esta razón, el SPAL, enfoca una posible solución hacia la formulación de estrategias basadas en la reflexión, que permitan analizar la obra sin prejuicios y tomar decisiones de cómo se debe tratar el monumento dentro de su propio contexto, dando la respuesta más eficaz en cada caso. Así pues, lo que se pretende no es crear una guía de cómo se debe restaurar, sino «definir un método de trabajo capaz de pautar su actividad restauradora». A este método lo llaman el Método SCCM en recuerdo a la denominación inicial del SPAL, Servei de Catalogació i Conservació de Monuments.
 
DESARROLLO DEL LIBRO
·         EL OBJETO
En este primer bloque se plantean temas como las facetas que tiene el monumento como tal y el concepto de autenticidad.
El monumento: - documento histórico 
                     - objetoarquitectónico
                          - elemento significativo
La autenticidad del monumento


·         LA ACCIÓN
Este segundo bloque, además de definir los rasgos esenciales de la restauración (especificidad, unidad, historicidad y diversidad de criterios), expone lo objetivos de la restauración.
 Protección de los valores del monumento:
-Valor documental
-Valor arquitectónico
-Valor significativo
-Autenticidad
-La materia
A continuación expone una sistematización del Método SCCM:
                       ETAPA I: CONOCIMIENTO
                       ETAPA II: LA REFLEXIÓN
                       ETAPA III: LA INTERVENCIÓN
                       ETAPA IV: LA CONSERVACIÓN PREVENTIVA

·         LOS AGENTES
Trata por una parte los agentes responsables de la restauración arquitectónica. Apuesta por la especialización de los arquitectos restauradores y por el trabajo en equipos multidisciplinares, y pone en valor el importante papel de las administraciones públicas. Por otra parte, los agentes a quienes va dirigida esta restauración ¿para qué y para quién restauramos?

LA ACCIÓN
Para la realización del análisis me he basado en este apartado que trata los valores que se deben proteger y cómo debemos enfocarlos.
Desde el SPAL se reivindica que la finalidad primera de la restauración es obtener el  beneficio social, cultural o emotivo para el entorno humano de ese monumento. Por ese motivo, el objetivo esencial de la restauración es proteger los valores fundamentales del edificio, los que pueden aportar algo importante para beneficio de la comunidad.
EL VALOR DOCUMENTAL
La protección del valor documental se entiende como la difusión y permanencia del monumento como documento. Es decir, la capacidad que tiene el propio edificio de dar información sobre sí mismo, sobre su presente y sobre su pasado, sobre su historia y la de su entorno. Para ello se deben utilizar los medios apropiados para extraer la información depositada en la materia de la obra.
Puede pasar, en la práctica, que para extraer esta información se acabe dañando o alterando el monumento (por ejemplo al realizar unas catas, o incluso si se decide eliminar algunos elementos para facilitar la lectura del edificio como documento). En estos casos es muy importante confeccionar la documentación necesaria para pasar a futuras generaciones la información que suministró la materia desaparecida.
EL VALOR ARQUITECTÓNICO
Cuando se trata la protección del valor arquitectónico nos referimos al mantenimiento de los rasgos característicos del monumento como obra arquitectónica. Aquí caben todos los méritos y atractivos que debemos proteger del edificio: su originalidad, su belleza formal o espacial, su racionalidad constructiva, su papel dentro de una trama urbana, e incluso la eficiencia del uso del propio edificio.
Este último rasgo puede resultar problemático en algunos sentidos. Si bien el uso del edificio es garantía de supervivencia del mismo, también es verdad que existen algunos usos que pueden llegar a debilitar «sus valores documentales y significativos, es decir, su completa condición monumental».
EL VALOR SIGNIFICATIVO
La protección del valor significativo debe centrarse en potenciar o devolver al monumento su significación colectiva, capaz de despertar las emociones de todo tipo (estéticas, de identidad, etc) tanto de  usuarios como de visitantes.
Es aquí donde caben prácticas como la restauración del patrimonio a partir de la protección, no de la materia, sino de unas técnicas o conocimientos tradicionales, de una cultura autóctona. Se trata de «conservar vivas las técnicas para poder recrear los edificios según las tradiciones».
Por otra parte, existen casos en los que el valor emblemático del monumento nos aconseja no intervenir, o si se hace de una forma mínima, como es el caso de las ruinas de Belchite, que se conserva en ese estado para conmover al espectador.

CONCLUSIONES
A mi entender el conocimiento de estos valores resulta básico para afrontar el Método que presenta el SPAL. Una vez asentadas las bases de los objetivos que se quieren alcanzar podemos emprender la tarea de Conocimiento, Reflexión, Intervención y Conservación que nos plantea el Método SCCM.
Una vez conocido el monumento deberíamos plantearnos qué valores debemos proteger. Aunque nuestra intención será siempre protegerlos todos, nos podremos encontrar con contradicciones.
Me gustaría aprovechar este último apartado para realizar una reflexión sobre la protección de los valores del monumento en el caso del Convento del Desierto de las Palmas, centrándome sobre todo en la ruina del Convento Viejo.
Considerando en primer lugar el valor documental, creo que es el valor más importante del conjunto.  En este caso, el convento nos cuenta un episodio terrible de su historia que marcó un antes y un después en la vida del convento y de todo el recinto del Desierto Carmelita. Dejando aparte las grietas que puedan deberse a su abandono, existen algunas patologías de la ruina que parecen contarnos lo qué pasó. Creo que reforzado por la documentación escrita, que explica el desprendimiento del terreno por la concatenación de los acontecimientos (ubicación, incendios, larga sequía y grandes lluvias), la ruina del Convento viejo aporta con su testimonio información valiosa de cómo se comportó el edificio y su entorno próximo.
El valor arquitectónico, si bien creo que en su día tuvo una gran importancia, hoy lo veo menos relevante. A mi entender deberían protegerse sin duda las trazas de lo que queda, pero no reconstruir por el valor arquitectónico de la tipología, ya que pocos metros más arriba podemos apreciar en el Convento Nuevo (aunque ya un poco deformado) este caso de Arquitectura Carmelita tan original y único. Creo que se debería enfocar el valor arquitectónico a las trazas que quedan del Convento Viejo y al recinto conventual, pero no me obsesionaría en recuperar espacios desaparecidos del propio convento, que no creo que sean estrictamente necesarios para proteger su valor arquitectónico.
Por último, el valor significativo en este caso lo entiendo como el valor emblemático de la ruina. Si queremos devolver a su entorno humano la estima por el monumento debemos tener en cuenta, además del valor documental y arquitectónico, las emociones que queremos transmitir al visitante. A mi entender este valor significativo, en el caso del Convento Viejo, va muy ligado al valor de vetustez, el propio encanto que con el tiempo adquiere la ruina, llegando a fusionarse con el propio paisaje natural.
Por tanto, ya para finalizar, si se ha de intervenir en este recinto, como para cualquier otra actuación, se deberían sospesar estos tres valores para buscar la intervención idónea. En este caso, desde mi humilde opinión, creo que la actuación habría de buscar la consolidación de la ruina y la accesibilidad a esta, sin desfigurar la ruina como tal y conservando sus rasgos más característicos para proteger, al menos los valores documental y significativos, y no malmeter su valor arquitectónico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario